Amigos lectores, esta ocasión les hablaré en esta ocasión sobre un poblado del Oriente Michoacano del cual no se ha escrito nada en particular y vaya que el arte que resguarda su templo es fascinante, digno de ser admirado y difundido, este hermoso lugar se llama Santiago Puriatzícuaro que quiere decir “lugar donde hierve el agua”.
Santiago Puriatzícuaro se localiza a 15 minutos de Maravatío y por la carretera Morelia-Atlacomulco antes de llegar a Santa Mónica se desprende el camino que nos conduce a este increíble poblado de origen mazahua recibiéndonos el volcán de San Andrés insertado en la sierra de Los Azufres y que como custodio vigila a toda la región mientras que al fondo se eleva con imponencia el complejo conventual agustino de Ucareo y que se entrelaza con la historia de este poblado.
Durante la época colonial el convento agustino de Ucareo tuvo bajo su jurisdicción eclesiástica a los pueblos de Santa María Ziritzícuaro, Santiago Puriatzícuaro, Yurécuaro, Uripitío, Santa Ana Jeráhuaro y San Ildefonso en donde levantaron modestas capillas a excepción de Ziritzícuaro, ahí fue una construcción blanqueada con su torre y con una casa adjunta en donde los frailes pasaban el invierno, puesto que no soportaban el clima tan frío que poseía Ucareo. Fue para el año de 1701 cuando queda en ruinas el Templo de San Agustín en Ucareo tras un terrible incendio que deciden los frailes del convento levantarlo dos años después y en ese contexto se ordena construir una capilla amplia y elegante para Puriatzícuaro, dotándola con una peculiar fachada barroca con incrustaciones de obsidiana, su ventana coral, torre con cúpula y una puerta bellamente decorada con el patrono del pueblo Santiago Apóstol.
Afuera de dicha capilla ya se levantaba una pequeña e interesante cruz atrial que probablemente se había realizado un siglo atrás por las características que la conforman.
Por el estilo del interior del ahora templo de Puriatzícuaro nos podemos dar cuenta que se fue haciendo con el paso de los años pues tanto el altar principal como los altares laterales y el púlpito son neoclásicos pero las pinturas que aquí se resguardan exaltan al pasado barroco con una Inmaculada Concepción, un suntuoso óleo del Señor San José y el principal que está dedicado a Santiago Apóstol cuyo autor fue Elías de Tapia en 1783, quedando plasmado el apóstol al centro como primordial objetivo visual acompañado por el Espíritu Santo en la parte superior de dicho óleo.
Otra obra artística barroca son dos cristos de pasta de caña, el mediano localizado en la sacristía y el grande en el altar principal con rostro sereno cuya cruz en donde está colocado tiene decoraciones que aluden a la naturaleza divina.
El curato es pequeño pero hermoso, al centro tiene un viejo reloj de sol hecho de piedra y también por un costado se encuentran unas escaleras con barandal de cantería para subir a la torre que alberga campanas y esquilas, aún se puede apreciar la madera que se utilizaba en los tapancos cuando eran con terrado y tejamanil.
En cuanto a lo civil, actualmente pertenece al municipio de Maravatío pero en la época colonial y en el siglo XIX este pueblo perteneció a Ucareo y hasta hace pocos años la capilla de Puriatzícuaro estaba sujeta a la Parroquia de Ucareo hasta que se elevó al rango de cabecera parroquial, teniendo bajo su mando a las poblaciones de San Ildefonso, Buenavista de San Miguel Arcángel, El Jaralillo, La Presa, El Fresno, La Venta, El Colorado, Huajumbarito, Agua Rosada y Santa Mónica.
Ya sea en las mañanas o en las tardes se disfruta de su pequeña placita que nos regala preciosas vistas a la nave del Templo de Santiago Apóstol imaginándonos aquel pasado en tierras mazahuas bajo las faldas del imponente San Andrés entre pinares, árboles frutales y la herencia agustiniana que engrandeció estas tierras del Oriente michoacano.
Bibliografía y hemerografía:
Heredia Solís, Ireneo, Ucareo, Época Prehispánica, El Convento Agustino. Colección La Querencia, Cuadernos del Instituto Michoacano de Cultura y Los Municipios, Morevallado Editores, Morelia, Michoacán, México, 2001.
La Libertad, num. 230, Ciudad de México, octubre 3 de 1879.