Con gusto los saludo mis queridos lectores, en esta ocasión les hablaré un poco sobre uno de los lugares más bellos que tiene Michoacán, por su clima, sus bosques, la orografía, arquitectura, gastronomía y la vida nocturna, se trata de Ciudad Hidalgo en el Oriente del Estado, anteriormente llamado Taximaroa que quiere decir en lengua purépecha “lugar de carpinteros”, debido a las bellas serranías tupidas de oyameles que desde tiempos inmemoriales han sido aprovechados para el consumo del hombre.
En la época prehispánica Taximaroa era habitado por otomíes quienes posteriormente fueron sometidos por el imperio tarasco para delimitar su territorio con los mexicas trazando una línea imaginaria que se desprendía desde Acámbaro. Para 1522 quedó conquistada toda esta zona por los peninsulares y en 1531 los frailes franciscanos iniciaron sus labores de evangelización, estableciendo un modesto convento para con ello facilitar la cristianización de los naturales. El templo se dedicó a san José contando con varias etapas constructivas, y en ese contexto, José Guadalupe Romero menciona que en 1598 el Virrey Gaspar Zúñiga Acevedo le encargó a Martín Cerón Saavedra la congregación de varios barrios de naturales que estaban dispersos en las inmediaciones de Taximaroa.
Muestra de la ferviente tarea de la propagación de la fe por parte de los frailes franciscanos de lo que fue el convento de Taximaroa está asentada en los testimonios de la fundación de una cofradía de las ánimas del purgatorio en 1622, en donde los miembros tenían a bien organizar misas para los difuntos y la misa anual de las almas, entre otras labores religiosas. En 1860 Taximaroa contaba con tres capillas, siendo una de ellas la de la Virgen del hospital, dos escuelas de niños, dos mesones, una casa de correos, la receptoría de rentas y algunas fábricas pequeñas. Sus habitantes continuaban dedicándose al corte de maderas, a la agricultura para el consumo local, comercio, extracción de azufre de los cerros de Las Humaredas y Los Azufres y a la elaboración de tejidos de algodón y lana. Para la época Porfiriana fue de mucho renombre la fábrica de hilos y tejidos “La Virgen” al grado que llegó a contar con una bella capilla que existe hoy en día y para 1898 nos relata el periódico El Imparcial, arribaron a este lugar quince familias provenientes de Italia para trabajar en la mencionada fábrica.
El auge económico de Taximaroa vio su máximo esplendor para finales del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, siendo considerado como un “pueblo ilustrado progresista”. En 1907 se dan cuentas de que este municipio era el que recaudaba mayores ingresos en todo lo que fue el Distrito de Zinapécuaro al que pertenecía. Parte de ese progreso se vio reflejado en la construcción del edificio que alberga la presidencia municipal, la obra de la calzada que conducía a la fábrica “La Virgen”, la obra del mercado y la conclusión del puente del Río Grande. Por tal motivo, sus habitantes comenzaron a gestionar su separación de Zinapécuaro, argumentando también el crecimiento de su población. El 16 de septiembre de 1908 se realizó el cambio de nombre a Villa Hidalgo sustituyendo a Taximaroa, eligiendo a Hidalgo por considerarlo “un gran héroe inmortal”, lo asienta la página 2 del periódico El País publicado en el citado año, haciendo hincapié que en 1800 Miguel Hidalgo y Costilla adquirió junto con sus hermanos dos haciendas ubicadas en este municipio.
Fue hasta 1922 cuando se eleva a rango de ciudad, cambiando su nombre por Ciudad Hidalgo y con ello las muestras del progreso y la modernización se hicieron presentes principalmente en la arquitectura, notándose cierta particularidad en las fachadas de las casas y establecimientos mercantiles con remates visuales en las esquinas, aunque con ello se fueron remplazando las fachadas de la época novohispana.
Dignos de ser visitados es el Templo Ex Convento franciscano de san José con su techo de bóveda de cañón corrido y sus almenas que nos recuerdan a las fortalezas medievales. El claustro de lo que fue el convento aún conserva sus arcadas de piedra de medio punto y su portal de peregrinos que da al atrio, mismo que es admirado por propios y extraños por tener una suntuosa cruz atrial que data del siglo XVI, en sus cuatro costados encontramos elementos iconográficos de la Pasión de Cristo como las cinco llagas, la corona de espinas, el hisopo donde le dieron vinagre a Jesús en sus labios y la lanza del soldado romano Longino que atravesó el cuerpo de Jesús cuando lo clavaron en la cruz; también figura la llaga de san Francisco de Asís en esta cruz atrial.
La plaza principal y la Alameda son lugares de recreo y esparcimiento, en la primera podemos encontrar interesantes cafés, restaurantes y conservas de la región; cerca de ahí está el Santuario de la Virgen del Hospital y algunas construcciones de la época Porfiriana. Al caer la tarde se puede disfrutar de un buen café en un interesante lugar llamado El Adobe para pasar un rato agradable degustando un rico pastel de chocolate o un panqué de calabaza en una hermosa casa con sus ventanas y puertas enmarcadas por arcos trilobulados.
En la noche un bar digno de ser visitado es Musiquita para relajarse con una rica mezcalada de tamarindo o una mangonada escuchando buena y variada música. No se pueden ir sin haber probado los famosos tacos Willys con ese toque de las taquerías de antaño, y si de flautas y quesadillas fritas se trata está La Plaza del Antojo; en esa misma calle de Miguel Hidalgo se encuentra la cenaduría tradicional de doña Conchita con su exquisito pozole rojo con carne de puerco, tostadas de carne deshebrada, las enchiladas típicas de la región con su col, papas y zanahorias, los tacos dorados de picadillo sin poder faltar el rico olor del bracero en donde se prepara la cena.
Cabe mencionar que Ciudad Hidalgo es rodeado por hermosos espejos de agua, las presas Mata de Pinos, Pucuato y Sabaneta, ideales para disfrutar un fin de semana para comer truchas en sus distintas presentaciones y realizar excursiones en cuatrimotos. Las Grutas de Tziranda es otra opción, así como el centro turístico de Los Azufres con la Laguna Verde y la Laguna Larga y los diversos balnearios y cabañas familiares. Finalmente, Ciudad Hidalgo cuenta con muy buena infraestructura hotelera lista para recibir al turismo, en donde se debe aprovechar todo lo que esta bella ciudad nos ofrece, así como el municipio siendo uno de los lugares más impresionantes de Michoacán, invitándolos a que lo conozcan, se enamoren y lo presuman con dignas postales del recuerdo.